TRADICIÓN CERAMISTA
Josep Vilà i Clara (1910-1989) fue siempre un artista autodidacta. Desde muy joven mostró una gran pasión y habilidad por el dibujo, llegando a ser profesor de la Escuela de Bellas Artes de la Bisbal. Empezó su carrera como ceramista en un entresuelo prestado de una fábrica industrial de azulejos, aunque pronto se trasladó a lo que aún hoy es el domicilio de la empresa.
Muy pronto, a la pronta edad de 16 años, Josep Vilà-Clara i Garriga (1938), el hijo mayor del maestro Vilà i Clara, se incorporó al negocio siguiendo los pasos de su padre, tras haber empezado de aprendiz con los viejos alfareros de la Bisbal, como Liceo de la Terrisseria Maruny, entre otros. Fue Josep Vilà-Clara hijo quien introdujo una nueva visión de la cerámica tradicional: nuevas técnicas de colores, formas y diseños que han dado lugar a piezas únicas (esculturas, piezas decorativas tradicionales con decoración más arriesgada, murales, cuadros….). Son piezas con un afán de búsqueda de nuevas tendencias y un largo proceso técnico donde, a veces, se mezcla la cerámica con otros materiales. Todas ellas transmiten la sabiduría de una de las tradiciones ceramistas más importantes de la cultura mediterránea.
En 1972 se incorporó al negocio familiar Joan Vilà-Clara i Garriga (1949), el hijo menor del maestro artesano, quien una vez finalizada la carrera de Ingeniería Técnica Electrónica en la Universidad de Terrassa (Barcelona), decidió entrar a formar parte de la empresa. Desde entonces, además de trabajar en el taller, él es quien se encarga de la administración y la comercialización, así cómo de la gestión de la empresa.